No importó que el fiscal general de Venezuela, Tarek William Saab, ordenara medidas cautelares en su contra, incluida la prohibición de que saliera del país. Juan Gerardo Guaidó, diputado y quien es llamado por la oposición como “presidente encargado”, llegó después de mediodía con despreocupación a la sede de la Asamblea Nacional (AN). Entró sonriendo, saludando a diestra y siniestra, tomándose selfies y grabando videos con sus compañeros diputados mientras un enjambre de fotógrafos y camarógrafos trataba de arrancarle el más mínimo gesto para multiplicarlo en antenas nacionales e internacionales. Se sentó en su sitio de diputado presidente y empezó la sesión en la que se discutirían cuatro puntos, entre ellos el proyecto de “Ley de Estatuto que rige la transición a la democracia”, así como un proyecto para el rescate del país. La AN, en desacato, abrió entonces el frente diplomático y permitió que el gobierno paralelo nombrara a 11 embajadores en los países que reconocieron a Guaidó como presidente: Chile, Honduras, Argentina, Colombia, Perú, Panamá, Estados Unidos, Costa Rica, Ecuador, Canadá y ante el Grupo de Lima. México y Uruguay, por no reconocer al opositor, quedaron excluidos. Siguió entonces el debate. Hubo quien dijo que, si hay algo que negociar, es el destino de Maduro.
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